Recientemente se publicó Cuadernos de Viajes, un libro que contiene croquis y anotaciones del viaje a Europa que realizó Mario Roberto Alvarez a sus 24 años de edad, recién egresado de la Facultad de Arquitectura.
Asombra su capacidad de observación y análisis de los distintos lugares que fue visitando. Su ojo no solo enfoca materiales, estructuras y formas. También registra sensaciones, olores, texturas, colores, luz, sombra, gente.
Y dibuja, sobre todo dibuja. Porque el dibujo, en contraposición con la fotografía, intenciona. Una fotografía, también puede ser intencionada para mostrar o dejar de hacerlo, un aspecto o cualidad de un lugar. Pero a su vez, registra absolutamente todo lo que entra dentro del encuadre del lente de la cámara. En cambio un croquis se dedica a mostrar solo lo que produjo su razón de ser.
Cortazar escribió en Las Babas del Diablo que "cuando se anda con la cámara hay como el deber de estar atento, de no perder ese brusco y delicioso rebote de un rayo de sol en una vieja piedra, o la carrera trenzas al aire de una chiquilla que vuelve con un pan o una botella de leche." Mario Roberto Alvarez parece decir que cuando se anda con un cuaderno de viajes y lapicera en mano, el deber de estar atento quizás es aun mayor.
"Después de una viaje magnifico a través de lo Alpes,llegue a Venecia. Góndolas. Góndolas un poco negras, parecen ¿monstruosas? Canales, románticos por sus vibraciones, no por sus olores.
Cerca de las 9 de la noche fui a la Plaza San Marcos, solo, llegue enseguida, no había sol, ni palomas. Luz artificial profusa, vida mundana de confiterías a los costados. Tal vez me molesta un poco es bullicio en esa plaza. La iglesia la creía mas grande con respecto a la plaza, creía que ella debía dominar, no al revés. El campanile parece que la aplasta. El resto del conjunto magnifico, con la suciedad del tiempo inclusive. Las luces artificiales no permiten destacar bien las salientes. San Marcos magnifico, su portada central me pareció grandiosa."
"...he recorrido mucho en bicicleta y dormido alguna vez en el Ejercito de salvación, vendí mi pasaje de vuelta en primera clase y volví en un camarote con cinco inmigrantes, para que me durara mas tiempo la estadía y el dinero.. como estaba solo, me la pasaba leyendo, trabajando y haciendo apuntes... creía mucho más en el dibujo personal y en las impresiones que en la fotografía."
Rodrigo Baranchuk
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