Una ciudad vista desde arriba se parece a una hoja de un árbol o a la piel de un elefante. Los modos en que se agrupan las construcciones conforman un tejido, donde nuestra intervención al hacer por ejemplo una casa es un mero punto. Por eso debemos conocer ese texto gigantesco, esa superposición de mapas, esa nervadura que es La Ciudad.
Las imágenes son de París, Madrid, Berlín y hoja de alcanfor.
Además: hace unos ocho años les pedimos a los alumnos que escribieran en un papel qué es el espacio.
Un alumno de nombre Germán se despachó con este textito:
El ESPACIO es determinado.
Esta hoja está definida por sus bordes.
El aula que contiene esta hoja es un espacio, determinado por sus paredes y aberturas.
El espacio que contiene el aula: la facultad; mejor dicho, el edificio de la facultad, está determinado por sus paredes internas; en un sentido mas amplio por alambrados, río, autopistas, y ¿Por qué no? Por la última capa de polvo sobre la terraza…
El espacio que contiene a la facultad es la ciudad; y a esta el país, y a este el continente determinado por mares.
Al espacio que configura el continente lo contiene el planeta, y así…
Podríamos agotar categorías hasta llegar al espacio infinito del cual no podemos determinar sus limites, pero si podemos determinar su centro, que precisamente soy yo, o vos.
Porque en un espacio infinito cualquier punto es su centro, ya que cualquier punto equidista del infinito.
Centro preciso del infinito universo.
Esencialmente, estamos perdidos en el centro del universo.
Podríamos decir que la labor del arquitecto consistiría en, valiéndose de la ayuda de astrónomos, cartógrafos, satélites, tratados de geografía, mapas, de Juan de Garay, de empleados municipales, de la guía “T”, de planos catastrales (es decir de la acumulación de siglos y siglos de esfuerzo humano) encontrar nuestro lugar en el universo.
Para oponerlo, siquiera de manera parcial, a la perplejidad que nos proporciona sabernos desnudos o desamparados ante el inmensurable universo.
El resto son meros detalles.
Esta hoja está definida por sus bordes.
El aula que contiene esta hoja es un espacio, determinado por sus paredes y aberturas.
El espacio que contiene el aula: la facultad; mejor dicho, el edificio de la facultad, está determinado por sus paredes internas; en un sentido mas amplio por alambrados, río, autopistas, y ¿Por qué no? Por la última capa de polvo sobre la terraza…
El espacio que contiene a la facultad es la ciudad; y a esta el país, y a este el continente determinado por mares.
Al espacio que configura el continente lo contiene el planeta, y así…
Podríamos agotar categorías hasta llegar al espacio infinito del cual no podemos determinar sus limites, pero si podemos determinar su centro, que precisamente soy yo, o vos.
Porque en un espacio infinito cualquier punto es su centro, ya que cualquier punto equidista del infinito.
Centro preciso del infinito universo.
Esencialmente, estamos perdidos en el centro del universo.
Podríamos decir que la labor del arquitecto consistiría en, valiéndose de la ayuda de astrónomos, cartógrafos, satélites, tratados de geografía, mapas, de Juan de Garay, de empleados municipales, de la guía “T”, de planos catastrales (es decir de la acumulación de siglos y siglos de esfuerzo humano) encontrar nuestro lugar en el universo.
Para oponerlo, siquiera de manera parcial, a la perplejidad que nos proporciona sabernos desnudos o desamparados ante el inmensurable universo.
El resto son meros detalles.
Gracias Germán Sander,
Juan Martín Rojas
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